¿Por qué me cuesta tanto abandonar la corrupción y otros malos hábitos?
Creo que si me quedo el IVA voy a tener más dinero y eso me hará más feliz. Si miento en mi currículum y obtengo el trabajo voy a ganar dinero y eso me hará más feliz. Si tengo programas en el ordenador sin licencia me ahorro dinero y eso me hará más feliz, etc. Estoy prisionero del pensamiento de la recompensa inmediata en lugar de otro bien, quizás mejor, pero en el que tengo que posponer la recompensa a otro momento más lejano. Si recuerdas la historia de los hijos pródigos del capítulo 15 del Evangelio de Lucas, lo que ocurre con el hijo menor es que no puede esperar a que el padre fallezca, él necesita la herencia (algo que sólo se cobra cuando el padre muere) ahora. El hijo está persuadido de que tener la herencia ahora le hará más feliz, está convencido de que gastarlo en gratificaciones instantáneas le hará más feliz que la clase de vida que hay en casa del padre.
Un autor que me ha influido en los últimos años es Dallas Willard (1935 – 2013) Él ha escrito mucho sobre el proceso de transformación en la vida de un cristiano. Su idea básica es que la transformación espiritual es un proceso guiado por el Espíritu por el que el ser interior del cristiano va siendo transformado a parecerse al ser interior de Jesucristo y cuando esto sucede, las actitudes exteriores van siendo cada vez más parecidas a las de Cristo. Una de sus frases geniales es: “Grace is not opposed to effort {which is action}, but to earning {which is attitude}”
Para que haya cambios en mi vida es necesaria la presencia de tres elementos:
- Visión
- Intencionalidad
- Medios
Visión:
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La historia del hijo menor en Lucas 15 va en una dirección hasta el v. 17. Es en ese momento en el que se dice que el hijo volvió en sí. Volver en sí es una expresión muy gráfica. Uno sólo vuelve en sí después de haber estado inconsciente, después de un desmayo. De alguna manera descubre que hay una realidad alternativa a la que está viviendo. Esa realidad siempre había estado ahí, pero él no la tenía en cuenta, era inconsciente. La realidad era lo que había en la casa del Padre, allí todos comían abundantemente mientras él apenas podía comer de lo que comían los cerdos. La realidad de lo que sucede en casa del padres es una realidad mucho mejor que la que él está viviendo hoy en día.
De alguna manera en la vida cristiana ocurre algo parecido. Hay unas realidades del Reino de Dios, los propósitos que Dios tiene para nosotros, una vida de relación, intimidad y propósito en la casa del Padre, pero muchas veces no nos damos cuenta de que esta existe, no hemos vuelto en sí. Nos hemos fabricado realidades paralelas porque nos parece que esas otras realidades nos harán más felices, nos darán aquello que Dios no nos quiere o no puede dar. Hasta que volvemos en sí y descubrimos que la casa del Padre es mucho mejor, que Dios tiene una fiesta preparada para nosotros, que es mucho mejor que las fiestas que nosotros nos estábamos preparando. Esta historia tiene dos modelos de fiestas, una en la que gastamos todo lo que tenemos para obtener nada y otra en la que el Padre invierte el becerro engordado y nos da mucho más de lo que podríamos esperar. En resumen, el primer paso de un cambio se produce cuando tenemos una clara visión del Reino y sus propósitos para nosotros.
Intencionalidad:
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Cuando el hijo vuelve en sí lo que hace es un plan. Además de ver la realidad del contraste entre su forma de hacerse feliz y la casa del padre, hay otro elemento que es que el hijo hace el propósito de ponerlo en práctica, desea el cambio. El v. 18 habla de un plan preconcebido en tres pasos: Me levantaré, iré y le diré. Ha pasado de ver la realidad a desearla y a hacer planes para conseguirlo. Ha pasado más allá de la fase tan evangélica de tener “las respuestas correctas”, de decir las frases adecuadas, con el lenguaje adecuado.
Saber las respuestas correctas no quiere decir que las creamos o que pensemos que son la mejor de las realidades posibles. Creer algo, en el sentido bíblico, quiere decir que queremos actuar como si esas cosas que creemos fueran ciertas, es decir, que deseamos obedecer el ejemplo de Jesús. La idea de que podemos creer en Cristo y no intentar obedecer lo que él manda es una ilusión de la cultura cristiana. Sería algo así como decir que creemos en nuestro médico o en nuestro mecánico y no hacer caso de sus avisos. Si no intentas seguir sus consejos, simplemente no crees en su capacidad. Otro resumen, muchos cristianos no cambian simplemente porque nunca lo intentaron, nunca fueron intencionales, nunca hicieron un plan de regreso a la casa del padre. Hay otro proceso en la trastienda, algo invisible, que es el impulso del Espíritu Santo en todo ello, sin la combinación del factor divino con el factor humano, no hay cambio.
Medios:
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De hecho hasta aquí nada había cambiado. El hijo veía una nueva realidad, tenía un plan para llegar a esa nueva realidad, pero nada había cambiado. Lo que cambia definitivamente la historia es el v. 20: “Y levantándose se fue al Padre”. Mucha gente se detiene aquí, en el área de los planes que nunca se ejecutan, en los propósitos de año nuevo que el 2 de enero se esfuman, y sus vidas siempre están en la puerta giratoria, andan pero no van a ningún lado. Para que el proceso de transformación sea real, debemos levantarnos de verdad y volver al Padre. Luego resultará que lo que le íbamos a decir ni siquiera tiene sentido, ya que el abrazo del Padre lo cambia todo. El hijo descubre, que no es él quien va al Padre, sino que fue encontrado por el Padre. Pero, eso no significa pasividad en el hijo, sino que debemos aplicar unos medios a un fin.
Dios ha provisto una serie de medios de gracia, que debemos aplicar para buscar la relación con el Padre. Medios de gracia, para encontrar la gracia del Padre. Algunos los llaman disciplinas espirituales, pero el foco más que estar en nuestra disciplina está en desear y seguir aquellos caminos que en su gracia Dios proveyó para que pudiéramos encontrarnos con Él y ser transformados por ese contacto con el Padre. No hay una lista completa de medios de gracia, pero seguro que en ella estaría la lectura y meditación constante de las Escrituras, la oración, la comunión con otros cristianos, el ayuno, la lectura de libros cristianos, la consideración de los credos de la Iglesia y las declaraciones de fe de la Reforma, etc. Otro resumen, si aplicamos medios a la visión y a la intencionalidad, la gracia de Dios producirá resultados.
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Mientras creamos que tener música, películas, libros o programas informáticos en fraude de propiedad intelectual me puede hacer más feliz, me costará descubrir que todo aquello que necesito y que lo que me produce un gozo que nadie me puede quitar es Dios mismo. La corrupción me oculta que el mayor de los beneficios es Dios mismo. Tengo que hacer un #CortoConElla para descubrir un #IntimidadConDios.